La magia de lo invisible




A veces corremos tanto que olvidamos lo que nunca deja de estar ahí, esperando a ser sentido. No es el éxito brillante ni los planes perfectos lo que llena el alma. 


Es el olor a café recién hecho que susurra buenos días, la risa inesperada que rompe el silencio, o la forma en que el sol juega al escondite entre las hojas de un árbol. 


En medio del caos, hay pequeños milagros escondidos:

El suave golpeteo de la lluvia en la ventana, que parece un poema sin palabras.

El olor a tierra mojada que despierta todos buestros sentidos.

Una flor que se atreve a abrirse paso en medio del cemento, enseñándonos que la vida siempre encuentra su lugar.

Un abrazo apretado que no pide permiso, pero lo dice todo.


La vida nos habla en gestos simples, en detalles que parecen susurrarnos: "Estoy aquí, contigo, en este instante". ¿Cuántas veces los hemos pasado de largo?


Detente un momento. Respira. Mira a tu alrededor.
Ahí está la magia, en las cosas que no se pueden comprar, ni medir, pero que llenan cada rincón de tu ser. 


Cuando todo pase, lo que quedará no será lo que acumulaste, sino lo que sentiste:

Ese momento en que cerraste los ojos para escuchar y sentir la brisa.

Esa sonrisa que diste sin razón, pero con todo el corazón.

Esos instantes tan pequeños que nadie vio, pero que hicieron de ti quien eres.


Hoy, haz una pausa. Bájale un poco a la velocidad. Aprende a bailar al ritmo de lo simple, porque ahí es donde vive la magia más poderosa de todas: la de sentirte vivo/a.


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