Mensaje Cariñoso a mi Perro (Amigo y Compañero de Vida)

 


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La relación con un perro es un vínculo sumamente enriquecedor, que va más allá del afecto y el amor incondicional; de hecho, nos brindan valiosas lecciones que los convierten en auténticos Maestros de Vida.


Tuve la grata compañía de una perrita llamada Sandy, aunque empleo el término "llamada" porque, lamentablemente, ya no se encuentra entre nosotros. Ha cruzado el umbral hacia otra realidad, dejando un profundo legado en nuestros corazones que perdura en el tiempo.


Durante 15 años, compartió su energía excepcional con nosotros: era juguetona, cariñosa, dócil y se mostraba sumamente amigable con las personas; su afecto era contagioso y su devoción hacia nosotros, innegable. 


Encarnaba la alegría pura y ejerció un papel de Maestra para toda la familia.


Cada mirada, cada ladrido, cada gesto de Sandy nos comunicaba sus deseos, y del mismo modo, ella comprendía nuestras intenciones. 


En su compañía, aprendimos valiosas lecciones:

Desarrollamos paciencia en momentos difíciles, cultivamos la perseverancia, experimentamos la lealtad, la fidelidad y la confianza. 


Aprendimos a encontrar gozo en las pequeñas cosas, abrazamos la sinceridad y la autenticidad, descubrimos la virtud de ser altruistas y curiosos exploradores. 


Nos enseñó a amar sin condiciones, a vivir el presente, a deleitarnos con momentos lúdicos, a cantar, a bailar, a dejar atrás rencores y a abrazar múltiples valores.



Observar cómo, sin importar cuántas veces nos encontráramos en el día, Sandy irradiaba el mismo cariño y afecto, desde el amanecer hasta la puesta de sol, resultaba absolutamente fascinante.


Ella se convirtió en una fiel compañera de vida, una presencia que dejó una marca imborrable en nuestro camino.


Algunos sugieren que los perros portan una misión espiritual; aunque no puedo confirmarlo, lo que sí puedo afirmar es que su llegada a nuestras vidas no es producto del azar. 


En el caso de Sandy, fue ella quien nos eligió. Apareció un día, con apenas tres meses de vida, en la puerta de nuestra casa, temblorosa pero con una mirada que irradiaba confianza.


A pesar de nuestros esfuerzos por hallar a sus dueños, nadie se presentó. Decidimos acogerla en nuestro hogar, donde encontró su refugio permanente. 


Con el tiempo, descubrimos que había sido abandonada a su suerte, echada de su hogar a una temprana edad. 


Desde su aparentemente insignificante llegada hasta nosotros, Sandy recorrió un largo camino, hasta hallar su lugar en nuestra vida.


Este ejemplo refuerza la idea de que no somos quienes elegimos a los animales que llegan a nuestras vidas, sino que son ellos quienes nos eligen a nosotros.


Ahora, me gustaría conocer tus propias experiencias.¿Te gustaría compartirlas? ¿Qué vivencias has compartido con tu compañero canino?





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