Legumbres: ¿Del alimento ancestral al enemigo moderno?



Últimamente, en las redes sociales y en ciertos círculos de "bienestar", se ha puesto de moda decir que las legumbres son “una basura”, que “dañan el cuerpo”, que “la digestión se hace pesada” y que “no están hechas para el humano”.


Y yo no puedo evitar pensar: ¡se nos ha ido la olla!


Las legumbres son, en realidad, uno de los pilares más antiguos de la alimentación humana. Civilizaciones enteras han sobrevivido gracias a ellas: desde los garbanzos en Oriente Medio, las lentejas en la India, los frijoles en América hasta las habas en el Mediterráneo.


Lo que pasa es que la narrativa de “lo que pesa” o “lo que intoxica” muchas veces viene más de tendencias extremas (dietas hiperproteicas, influencers del ayuno) que de un entendimiento profundo. 


Se centran en compuestos como lectinas o fitatos, que suenan "malos" en los discursos modernos, pero que en realidad se neutralizan con técnicas tradicionales: remojo, germinación, fermentación o una buena cocción lenta.


Además, esas mismas sustancias que se critican tienen beneficios protectores a nivel celular y metabólico.



Un ciclo que se repite

Esta demonización de alimentos esenciales no es la primera vez que ocurre. Es un ciclo repetitivo en la historia de la nutrición moderna, que parece más un vaivén de modas que un camino de sabiduría.


El huevo: Décadas de campañas contra el colesterol, para ahora ser reconocido como un alimento completo.

La sal: Del "demonio absoluto" a comprender que el problema no es ella, sino el abuso en ultraprocesados.

Las grasas: Pasamos del “todo light” al reconocimiento del valor de los aceites buenos y naturales.


Ahora le ha tocado a las legumbres. Pero hay algo claro: los alimentos que han acompañado a la humanidad por siglos no pueden ser basura. El problema no es el alimento, sino que hemos perdido el sentido común, las técnicas de preparación y la conexión con la comida como medicina.


Para quien las cocina y las honra, las legumbres siguen siendo fuentes nobles de proteína vegetal, fibra soluble (clave para la salud intestinal) y minerales esenciales como hierro y magnesio. No son basura: son parte de nuestra memoria alimentaria y cultural.


Quizá ha llegado el momento de dejar de seguir modas y volver a reconectar con los alimentos que han nutrido a la humanidad, respetar las preparaciones ancestrales y devolverle a nuestra mesa el cariño que merece.



(Escrito por Montserrat y Javier de Serena Tu Mente y Habilidades para el éxito)




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