Llega con actitud de vendedor insistente:
“Hola, vengo a convertirme en tu semana, tu mes y quizá tu identidad completa. ¿Dónde firmo?”
Y tú, agotad@, vulnerable, sin café y quizá sin paciencia, puedes sentir que casi te convence.
Esta píldora va de impedir esa firma con elegancia, astucia y un poquito de rebeldía emocional.
“Hola, vengo a convertirme en tu semana, tu mes y quizá tu identidad completa. ¿Dónde firmo?”
Y tú, agotad@, vulnerable, sin café y quizá sin paciencia, puedes sentir que casi te convence.
Esta píldora va de impedir esa firma con elegancia, astucia y un poquito de rebeldía emocional.
1. Reconoce al vendedor
Cuando algo te salga mal, cuando el día empiece torcido, observa el pensamiento que aparece después:
“Ya está, todo será así.”
“Esto siempre me pasa.”
“No voy a levantar cabeza.”
Ese pensamiento no es verdad. Es el vendedor intentando colarte cláusulas de permanencia.
En cuanto lo reconoces, pierdes la mitad del problema.
Es como ver al mago metiendo cartas en la manga.
2. La cláusula de 10 minutos
Decide que ese mal día solo tiene permiso para instalarse… durante 10 minutos.
-10 minutos para quejarte.
-10 minutos para sentir la ola emocional.
-10 minutos para gruñirle al universo.
Y cuando suena la campana, dices internamente:
“Contrato terminado. Gracias por participar.”
Tu sistema nervioso responde a límites claros de tiempo. Reduce la magnificación y evita que el mal humor se convierta en identidad.
3. El “cambio de escenario”
Cuando un día se pone pesado, el cuerpo se queda atrapado en la misma postura, el mismo rincón, la misma narrativa.
Haz un cambio de 30 segundos:
-Abre una ventana que te de el aire.
-Cambia de habitación, de ambiente.
-Moja tus manos en agua fría, y si necesitas más contraste, mójate la cara.
-Ponte de pie y salta.
-Mira el cielo, aunque sea gris. También puedes imaginarlo de otro color.
Ese micro cambio interrumpe el circuito que convierte un mal día en un mal contrato.
Es biología en acción: cambiar entorno cambia estado.
4. El acto radical: un gesto amable
Un solo gesto amable contigo misma tiene el poder de romper un contrato emocional negativo.
Lo que sea:
Un solo gesto amable contigo misma tiene el poder de romper un contrato emocional negativo.
Lo que sea:
-Te haces un té que disfrutes tomar
-Te envuelves en tu manta preferida
-Te envuelves en tu manta preferida
-Te hablas como hablarías a una amiga
-Te pones música que huela a esperanza
-Te pones música que huela a esperanza
Ese gesto es como tachar con rotulador rojo la cláusula del mal día que dice: “Duración indefinida.”
5. El cierre: tu frase blindada
Antes de dormir, para sellar definitivamente el NO al contrato:
“Lo que ocurrió hoy no tiene autoridad sobre mañana.”
El cerebro adora frases así: simples, firmes, sin poesía pretenciosa. Le dan estructura.
inhala suave… exhala más largo…
como si soplaras todas las cláusulas indeseadas fuera de tu sistema.
Hazlo esta noche.
Notarás que algo dentro se recoloca, como si hubieras renegociado tu propio destino con mucha más gracia de la que creías tener.
(Escrito por Montse y Javi de Serena Tu Mente y Habilidades para el Éxito)
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